
La cirugía de hernia inguinal, conocida como plastia inguinal, se realiza para corregir una hernia en la ingle, donde parte del intestino o tejido abdominal sobresale a través de una debilidad en la pared muscular. Esto puede causar dolor, incomodidad y, en algunos casos, complicaciones más serias.
Existen dos métodos principales para esta cirugía: la técnica abierta y la laparoscópica. En la técnica abierta, el cirujano hace una incisión en la ingle para acceder a la hernia, mientras que en la laparoscópica se utilizan pequeñas incisiones y herramientas especiales para realizar el procedimiento con una cámara. Ambos métodos implican devolver el tejido protruyente a su lugar y reforzar la zona con una malla para prevenir que la hernia vuelva a aparecer.
La operación suele durar una hora y se lleva a cabo bajo anestesia general o regional, dependiendo del caso. La recuperación puede variar, pero muchos pacientes pueden volver a sus actividades diarias en una o dos semanas.
La plastia inguinal es efectiva para aliviar los síntomas y prevenir complicaciones. Después de la cirugía, es normal sentir algo de dolor y molestia, pero la mayoría de las personas experimentan una mejoría significativa en su calidad de vida, aliviando el malestar asociado con la hernia.